Ayer vi una presentación de Kintxo Cortes, responsable de marketing de StepOne, en la que afirmaba (minuto 1:10) que su compañía era «una empresa joven. Una startup» para, seguidamente explicar que se dedicaban a «ayudar a empresas de tecnología a ‘conquistar’ Silicon Valley y gestionar una incubadora de negocios en San Francisco».
Vaya. Entonces, excepto que tenga un modelo de negocio ultrasecreto y revolucionario, StepOne no es una startup. O, al menos, no según el «libro oficial» del establishment startapil más siliconero.
Según la Wikipedia, una startup es una empresa que «desarrolla productos o servicios, de gran innovación» y «se orienta a la masificación de las ventas, aprovechando la comunicación que nos brinda Internet y sus plataformas». Es decir, que una startup se caracteriza por dos cosas:
- Se dedica a crear productos o servicios de gran innovación y por tanto, con un gran riesgo.
- Su modelo de negocio debe escalar. Es decir, que permita vender 10 veces más sin tener que invertir 10 veces más en personal o materiales.
Bajo ese prisma, StepOne, una compañía que se dedica a la consultoría y a la gestión de un centro de negocios no es una startup. Porque no podrá ayudar a 100, 1.000 o 10.000 empresas más a conquistar Silicon Valley sin incrementar significativamente su personal. Porque el tiempo de trabajo de sus consultores no escala.
Hemos llegado a un punto en el que decirle a alguien que crees que su empresa no es una startup se ve como algo negativo. Como un insulto.
Vale StepOne no es una startup. ¿Y qué? Pues nada. Hemos llegado a un punto en el que decirle a alguien que crees que su empresa no es una startup se ve como algo negativo. Como un insulto. Como si el marchamo de startup te confiriera un halo especial y superpoderes.
En España hay bastantes empresas de base tecnológica, pero muy pocas startups. ¿Y sabéis qué? ¡No pasa nada! Aunque eso condiciona bastante todo el ciclo de financiación y recogida de beneficios y nos aleja del supuesto modelo americano que nos quieren vender los medios startapiles.
Por buscar algún ejemplo entre las empresas de mis amigos, Ducksboard es una startup de libro porque pueden dar servicio a 10.000 clientes más sin tener que contratar a 10.000 polacos locos más.
Sin embargo, Wiseri, una agencia de empleo online, no es una startup -por mucho que se empeñe Siliconnews– y espero que no lo sea nunca. Porque eso querrá decir que ha perdido su factor diferencial (segmentación, especialización, trato personalizado) y se ha convertido en un Infojobs más.
Yo ando metido en algunos proyectos, todos con base tecnológica y orientados a Internet, pero pocos pueden ser considerados startups «de libro». La pregunta es… ¿Y qué mas da? ¿No deberíamos preocuparnos más de crear modelos de negocio rentables y menos de etiquetarnos?
ALGUNOS EJEMPLOS
Para mí, son startups:
Para mí, no son startups (ni falta que hace):
Sentíos libres para añadir, proponer o discutir más o menos ejemplos de startups (o no) en los comentarios.