Tradicionalmente, se ha definido el time to market como el periodo de tiempo que pasa desde que un producto o servicio es concebido hasta que está disponible para su comercialización. Ser el primero puede ser una ventaja competitiva, pero desde luego no una ventaja definitiva…
En un mundo donde la definición de «producto acabado» es mucho más nebulosa, parece que tiene más sentido medir el time to market de una empresa como el tiempo de reacción para adaptarse a los retos que presenta el mercado, creando nuevas ventajas competitivas o manteniendo las existentes.
No hacer algo porque no puedes ser el primero en hacerlo es estúpido. Si no lo haces, que sea sólo porque no puedes ser el mejor.