Hace un par de días, se anunció la inversión de 100 millones de dólares en GitHub, el servicio más popular para alojar repositorios de código en la nube.
Un par de días en los que he estado esperando a que alguien rasque la superficie -más allá de la simple inversión- y, como casi siempre, la prensa especializada no se ha querido enterar del negocio de miles de millones de dólares por el que se está gestando una guerra despiadada.
Como Embajador de Atlassian, la empresa que cuenta con BitBucket, el único competidor que ha conseguido robarle una significativa cuota de mercado a GitHub, estoy viviendo esta competición desde las trincheras, donde se tiene una visión muy diferente de todo lo que está pasando.
DVCS, donde está la pasta
El mercado del control de versiones distribuido -o DVCS, en inglés- moverá decenas de miles de millones de dólares en los próximos años.
Aunque a muchos desarrolladores les pueda sorprender, el porcentaje de empresas tecnológicas de tamaño medio y grande -donde está la PASTA con mayúsculas- que están utilizando DVCS es ridículo.
Hasta ahora, los usuarios tipo de estos sistemas de control de versiones han sido early adopters: pequeñas empresas y startups, proyectos Open Source y desarrolladores individuales. El chocolate del loro en términos de gasto en licencias y servicios de software.
Pero DVCS está a punto de cruzar el abismo del ciclo de adopción tecnológico y, en los próximos años, veremos como los grandes dinosaurios del sector empiezan a migrar sus antiguos controles de versiones. Un movimiento que generará mucho dinero y del que todos quieren sacar tajada.
GitHub, una máquina de generar Hamor
GitHub lo ha hecho bien, MUY bien. No sólo fueron los primeros en llegar al mercado y apostaron por Git, el DVCS con mayor adopción del mercado, sino que contaron desde el principio con una tecnología, diseño y usabilidad exquisitas.
Pero el gran acierto de GitHub ha sido su marketing. Un marketing que apostó por el desarrollador hardcore, eones antes de que las grandes corporaciones se dieran cuenta de lo que estaba pasando, que el centro de poder de la industria del software se estaba desplazando a los técnicos, un recurso cada vez más escaso.
GitHub construyó, alrededor de Git, un montón de funcionalidades sociales para unir y cohesionar a esa Comunidad de early adopters que, pronto, empezaron a considerarlo the-place-to-be. Si no estabas en GitHub, no estabas.
Esto no es ni bueno ni malo, es marketing de libro: construye un ecosistema para desarrolladores y generarás su hamor. Atrae a los early adopters y, si consigues masa crítica, el resto les seguirá.
La guerra detrás del Firewall
Pero GitHub, además de una máquina de generar Hamor, es una empresa y -como cualquier empresa- quiere ganar dinero. Y el dinero de verdad no está en las startups ni en los desarrolladores. Los números son evidentes:
Hoy mismo, en su web, GitHub anuncia que cuenta con 1.852.884 desarrolladores. Si suponemos que un 5% de esos desarrolladores son clientes de pago -lo cual es MUCHO suponer-, contaríamos con 92.664 clientes que, a 12$ al mes -el plan medio de GitHub-, supondrían unos ingresos de menos de 14 millones de dólares al año. Nada espectacular para una empresa de Silicon Valley con más de 100 empleados y la relevancia de GitHub.
Así que GitHub apunta a donde está la pasta, el mercado corporativo, y crea GitHub Enterprise, una versión especial para las empresas que no quieren que su código esté pululando por la nube, que les permite instalar su propio GitHub en sus servidores, detrás del firewall.
Y, al entrar en el territorio detrás del firewall, invade el ecosistema tradicional de Atlassian que, al verse amenazada, lanza Stash, un competidor directo de GitHub Enterprise, iniciando una guerra termonuclear. Y las guerras cuestan dinero, aproximadamente unos 100 millones de dólares.
Déjate de Hamor y enséñame la Pasta
Es curioso ver como los desarrolladores viven esta guerra, como si lo fuera de verdad, con hordas de partidarios defendiendo con pasión GitHub y, unos pocos, aguantando la avalancha desde las trincheras de BitBucket. Pero, al fin y al cabo, esto no es más que un negocio y, los señores de la guerra, acaban el día tomando cervezas en el mismo bar.
Porque, en el terreno corporativo, GitHub no busca hamor sino pasta. En concreto, a partir de 21$ al mes por desarrollador. Y digo «a partir de» porque, al venderse en paquetes de más de 2o usuarios, si tienes la desgracia de tener 21 desarrolladores en tu compañía, GitHub Enterprise te costará casi 39,7 dólares al mes -32,35€- por desarrollador. No sé si eso es hamor, pero desde luego es mucha pasta.
Ojo, Stash también se vende por tramos de licencias, pero a diferencia de GitHub Enterprise, lo estás comprando, no alquilando. Por 1.800$ tendrías una licencia para 25 desarrolladores que podrías utilizar toda la vida, con un año de mantenimiento.
Sin entrar en cuál es la mejor o peor opción -al fin y al cabo, como Embajador de Atlassian mi objetividad siempre puede ser puesta en entredicho-, lo inaudito del caso es que, pocas veces he visto que el precio de alquiler de un producto sea casi 10 veces mayor que el coste en propiedad de su inmediato competidor. ¿Hay alguien que todavía no ve una guerra termonuclear?
Por supuesto, al comparar dos productos, hay que ir mucho mas allá del precio… y las comparaciones son odiosas. Al probar a fondo GitHub Enterprise, encontramos problemas, desde una instalación que te exige saber mecánica cuántica hasta problemas a la hora de realizar un fork… al igual que se podrán encontrar fallos en Stash, por supuesto.
¿Cómo puede luchar Atlassian?
Atlassian ha cometido algunos errores que le han dado ventaja a GitHub. El principal, llegar tarde y mal porque, al principio, BitBucket sólo admitía Mercurial como sistema de DVCS.
Pero, incluso en marketing, algo en lo que hemos destacado normalmente, nos han quitado las pegatinas. Empezando por el logotipo. ¿Cómo podemos competir contra una mascotita tan mona como el Octocat? ¿A qué mente enferma se le ocurrió utilizar UN CUBO?
Pero los problemas no acaban ahí, mientras GitHub ha utilizado un branding sencillo y racional, Atlassian tiene un nombre distinto para cada cosa: GitHub vs. BitBucket, GitHub for Mac vs. SourceTree, GitHub Enterprise vs. ¿Stash? O_o
También se debe mejorar en el diseño y la UX. Es cierto. En diciembre llegará el cambio integral del layout de las aplicaciones de Atlassian, que llevan utilizando la misma base de diseño desde el 2007.
Pero no nos engañemos, para ganar batallas, sobre todo, hacen falta soldados y Atlassian necesita muchos más. Porque, al contrario de lo que la gente cree y de lo que su departamento de marketing tan bien vende, GitHub no es el pez pequeño: supera en número al equipo de BitBucket en una proporción de 4 a 1. De momento, bastante hacemos resistiendo como una auténtica guerrilla organizada.
¿Y el resto qué? ¿Qué podemos esperar del futuro?
El resto hace lo que puede. Desde herramientas Open Source como Gitolite, hasta soluciones propietarias como el PRODUCTÓN español Plastic SCM.
De los que no se sabe nada es de los gigantes del sector, Microsoft -que no ha ido mucho más allá de su monolítico Team Foundation Server, muy orientado al desarrollo para Windows- o IBM. Cuando empiecen a moverse, el mercado temblará. Al contrario que otros, ellos pueden permitirse llegar tarde sacando el talonario y comprando empresas, objetivo final de inversiones como… la de Andreessen Horowitz en GitHub o la de ACCEL Partners en Atlassian. El juego ha comenzado.
Bola Extra
- Anuncio de la inversión de Andreessen Horowitz
- Obstáculos al DVCS en la empresa
- Comparativa de Hosting de Repositorios (desactualizada, pero mejor que nada)